Brasil es e mayor país de América Latina tanto en superficie como en población. Después de tres siglos de dominio colonial de Portugal, Brasil se hizo estado independiente en 1822. Tras haber soportado más de medio siglo de intervención militar en su forma de gobierno, trata de alcanzar ahora el crecimiento industrial y agrícola y el desarrollo de sus zonas del interior. Utilizando sus ricos recursos naturales y su gran caudal de mano de obra, Brasil es el poder económico principal de América Latina. Pero la explotación de sus recursos ecológicos únicos y la distribución enormemente desigual de los ingresos continúan siendo problemas acuciantes.
Brasil posee algunas de las características físicas más asombrosas del mundo: una magnífica costa, el poderoso y gran Río Amazonas y su enorme selva tropical que se extiende casi hasta el otro lado del continente, y una masiva jungla que contiene algunos de los recursos farmacéuticos más importantes del mundo, tierras altas y mesetas y magníficas ciudades caracterizadas por la extrema riqueza y la tremenda pobreza. Brasil se halla sobre el Océano Atlántico y comparte fronteras con todos los países de América del Sur, con la excepción de Chile y Ecuador. Brasil fue una colonia portuguesa de 1549 a 1822, año en que el príncipe colonial gobernante declaró la independencia y se constituyó a sí mismo como emperador. Después de una revolución, se puso fin a la monarquía y se estableció la república federal en 1889.
Antes de la llegada de los portugueses en 1500, Brasil tenía una población dispersa de varias tribus indígenas que gradualmente se fueron retirando cada vez más hacia el interior. La población de esas tribus disminuyó espectacularmente debido a la grave malnutrición y enfermedades epidémicas. La disminución de la población india de la cuenca del Amazonas fue parte de la política deliberada de los colonizadores encaminada a desarrollar las selvas húmedas para las plantaciones de caña de azúcar. La conquista, las epidemias, la viruela y sarampión y la apertura de la ruta del Amazonas para el desarrollo comercial aplastaron a las sociedades tribales. De 1900 a 1957, la población india del Brasil disminuyó de más de un millón a menos de 200 000 personas.
Una vez que Portugal colonizó el Brasil, comienza la historia de la esclavitud. Es la historia de las técnicas utilizadas por los portugueses para privar a los indios de su libertad y sus tierras: guerras, traiciones y exacerbación deliberada de conflictos entre naciones tribales. Los trabajos forzados y los ataques de las enfermedades hicieron que sobrevivieran pocos indios. Por esta razón, los portugueses volvieron a África y trajeron 3,5 millones de esclavos al Brasil, lo que representaba el mayor número de esclavos africanos de cualquier país del Nuevo Mundo.
El comercio de esclavos entre Angola y Sudán en África y el Brasil fue inmenso. Los indios y los esclavos se vieron obligados a trabajar en la floreciente industria del azúcar ya desde 1530. Se desbrozaron las tierras y se destruyeron los bosques para convertirlos en plantaciones de caña de azúcar. En 1558, los indios Tupinamba se rebelaron, pero sus arcos y flechas no resistieron a las espadas y los mosquetes portugueses. Estos esclavizaron a todos los indios que sobrevivieron a la rebelión y devolvieron las tierras deshabitadas a los colonos, los cuales poseían ya esclavos para que trabajaran sus campos.
Para los indios llevados a los mercados de esclavos de la costa, la vida fue horrible: se destrozaron las familias; las mujeres y los niños fueron vendidos a las plantaciones y obligados a trabajar siete días a la semana; los hombres trabajaban literalmente hasta la muerte, con poca comida y largas horas de trabajo agotador, todo ello acompañado de las enfermedades traídas por los colonizadores.
Los Jesuitas, que fueron los primeros en llegar al Brasil, quedaron horrorizados ante tal crueldad y trataron de proteger a los esclavos indios y africanos. Plantearon la cuestión directamente al rey, a quien informaron sobre las atrocidades. Los colonos respondieron que los esclavos eran bárbaros y estaban haciendo la guerra contra el dominio portugués. Las leyes de la época permitían esclavizar a toda persona capturada en la guerra y, por ello, los portugueses fomentaron deliberadamente la guerra con el fin de satisfacer su insaciable necesidad de esclavos para las plantaciones azucareras. Esta esclavitud destrozó totalmente el complejo sistema de vida indio que se había mantenido intacto durante largo tiempo antes de la llegada de los portugueses.
Hoy en día, los indios son las víctimas silenciosas y desaparecidas de la esclavitud que los mató, los absorbió o los expulsó en el plazo de dos siglos de contactos. Pero, hasta 1988, el Brasil no reconoció constitucionalmente que los indios supervivientes tenían derechos. Los Jesuitas fueron expulsados del Brasil en 1750, debido a sus esfuerzos por oponerse a la esclavitud y apoyar a los indios, a pesar del concordato establecido entre Roma y la monarquía portuguesa.
Desde la época en que Brasil se convirtió en república en 1889 hasta 1986, los militares han sido quienes han gobernado de hecho. Aunque de tiempo en tiempo se convocaban elecciones y los puestos del gobierno eran ocupados por civiles, fue siempre el ejército quien tuvo la última palabra. Ocurrió esto especialmente en el período de 1968 a 1986, durante el cual los brasileños pobres comenzaron a exigir sus derechos, a lo que el ejército reaccionó con furor. Siguió después un régimen de desaparecidos, torturas, asesinatos políticos y ataques a las organizaciones de los pobres, todo ello perpetrado por dictadores militares.
Siendo un país potencialmente tan rico, con enormes recursos minerales y agrícolas, así como una industrialización moderna, el Brasil ha padecido durante decenios la inflación, el desempleo, la corrupción y la deuda exterior masiva. La población rural y los residentes de las horribles favelas en algunas de las mayores ciudades del mundo siguen siendo desesperadamente pobres y, durante los períodos de gobierno militar, sus vidas llegaron a ser insoportables. Dentro de la Iglesia Católica Romana, Obispos y sacerdotes valorosos se alinearon con las masas oprimidas, haciendo una opción preferencial por los pobres y creando comunidades cristianas de base como organizaciones para la oración, el estudio de la Biblia y la resistencia a los dirigentes militares y empresariales corruptos y crueles. Reconocieron las razones de la enorme brecha existente entre los ricos y los pobres y lucharon con valentía en favor de sus derechos.
La última de estas dictaduras terminó en 1986 y, en 1988, Brasil promulgó una nueva constitución. En 1989 se celebraron las primeras elecciones en tres decenios, pero desgraciadamente ganó un político corrupto, Fernando Collor de Mello. No obstante, prevalecieron las instituciones democráticas y fue derrotado por el Presidente Luis Ignacio Lula da Silva, que es un socialista. Desde entonces, Brasil se ha estabilizado algo políticamente, si bien continúan la violencia, las violaciones de derechos humanos, la brutalidad de la policía y las torturas. En enero de 2002, fue asesinado un dirigente del partido de la oposición. Cada año, los escuadrones de la muerte perpetran varios centenares de asesinatos tanto de dirigentes políticos, como de minorías étnicas y niños de la calle.
El Plan Real (denominado así según la nueva moneda del Brasil) fue instituido en 1994 para desarrollar la economía. Sin embargo, la crisis financiera de Asia y de la vecina Argentina han contribuido a la propia inestabilidad financiera del Brasil. En 2002, el Brasil soportaba una deuda internacional calculada en 250 000 millones de dólares EE.UU. y existían temores de que se produjera una quiebra del país.
La Iglesia Católica Romana es la que cuenta con más fieles en el Brasil, ya que representa a aproximadamente el 80 por ciento de la población. Durante los años 70 y 80, comunidades de base cristianas apoyadas por la iglesia, que se enraizaban en la teología de la liberación e incluían a un sólido liderazgo laico, realizaron misiones para apoyar y fortalecer la función de los pobres a través de la acción política y social.