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16.02.06

¿Culpable el perro Pluto?

 


La globalización no es un fenómeno moderno. Pudiera marcarse su origen en el momento mismo en que la primera Coca-Cola fuera embotellada, allá en el lejano 1863, en una fábrica de Atlanta con la secreta pretención de que fuera una bebida única. A más de 100 años es el refresco más conocido del planeta y se vende en 232 países, cifra más alta que los miembros de la ONU, y sus ganancias rebasa el presupuesto de muchos países pobres.

 

Durante uno de los tantos mutiraos que se celebran en esta IX Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias, los jóvenes se dedicaron a debatir el fenómeno de la globalización y el tratado del Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA).

 

Se hizo un diagnóstico de la negativa huella que ya comienza a palparse, como resultado de esa problemática económica y política, en los pueblos el continente. Se habló de la imposición de una cultura traída por los misioneros a las iglesias. También de los procesos educativos en que la cultura importada del Norte, a través de sus cómics y su música, deformó a generaciones.

 

Luego se hizo un diseño de acciones que pudieran emprenderse contra la pérdida de identidad, la asimilación cultural y la implantación de políticas contra los pobres y oprimidos; y cuál debe ser el papel de los jóvenes en esta lucha. Latinoamérica hacía un monólogo interior. No había un solo joven de Europa ni de Estados Unidos.