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18.02.06

Un elefante se balanceaba…

 


Cuando usted recibe por la mañana el diario de la IX Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias tiene en sus manos la anónima labor de muchas personas que tejen una red. Un red de esfuerzos para dar una imagen aproximada de lo que sucede en la importante cita mundial. Y digo aproximada porque la magia de lo que ocurre a diario, en verdad, resulta inatrapable con palabras o imágenes. La alegría que sustenta la búsqueda de un ecumenismo pleno hay que vivirla. Desde ya, la Gracia de Dios ha comenzado a transformar el mundo.

 

Pero la Asamblea no son solo las personas que, físicamente, están en el campus de la Pontificia Universidad Católica de Río Grande do Sul, en Porto Alegre. Millones de cristianas y cristianos, alrededor del mundo, sostienen el encuentro con sus oraciones, participan de todo lo que sucede a través de la Internet, y eso convierte al cónclave en un auditorio inestimable.

 

El centro de prensa de la Asamblea es un hormiguero loco. Unos entran y otros salen. Unos, teclean con fuerza en su computadora la urgencia de contar lo que sucede. Otros, andan de paparazzis a la caza de la mejor imagen que haga historia. Los diseñadores buscan vestir, lo mejor posible, la noticia. Sobre las mesas se discuten los editoriales. Los editores de la web actualizan constantemente el sitio oficial:

www.wcc-assembly.info. que se convierte en una ventana al mundo. Es un ejército de arañitas, que llega bien temprano y se va de último, para dejar la tela de araña bien resistente, capaz de permitir, como en la vieja canción infantil que todos conocemos, que un elefante se balancee y vaya a buscar a un camarada para compartir esta fiesta del ecumenismo mundial.