16.11.05
Desafiados a abrir los ojos y dar testimonio
Por: Walter Kasper
"El tema de la IX Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias, Dios, en tu gracia, transforma el mundo, es una profunda oración de fe y esperanza en Dios."
Alta resolutión
"A anunciar la buena nueva a los pobres, proclamar la libertad a los cautivos, dar nueva vista a los ciegos, poner en libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del señor..." Como parte de su trabajo social, la Iglesia Cristiana Evangélica en Minahasa asiste a personas que trabajan en la recolección de residuos. Indonesia, 2004.
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"Una relación de alianza entre Dios y los seres humanos y entre Dios y la totalidad de la creación..." Bangladesh, 2002.
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© Peter Williams / WCC
El Cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, contribuye con el artículo siguiente a la reflexión, desde la perspectiva de la Iglesia Católica Romana, sobre el tema de la próxima IX Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias.
El tema de la IX Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), Dios, en tu gracia, transforma el mundo, es una profunda oración de fe y esperanza en Dios, quien gratuita y continuamente dirige a los cristianos hacia la renovación y conversión personal y utiliza la iglesia como instrumento de su amor en la transformación del mundo.
En dos de las lecturas bíblicas propuestas sobre el tema (Lucas 4 e Isaías 61), se encuentra el fundamento teológico de la acción de Dios a través de la iglesia como "sacramento indivisible de salvación" [1].
La obra transformadora de Dios se realiza por medio de Cristo, quien "habiendo sido levantado de la tierra, está atrayendo a todos los hombres hacia sí" (Juan 12:32 texto griego). Habiendo sido levantado de la tierra (véase Romanos 6:9), envió su Espíritu vivificador sobre sus discípulos y, por medio de este Espíritu, ha constituido su cuerpo, que es la iglesia, como "sacramento universal de salvación" [2].
En el texto de Isaías 61:1-4, realizado en Lucas 4:16-30, aparece claramente que "la restauración prometida que esperamos, ya comenzó en Cristo, es impulsada con la venida del Espíritu Santo y continúa en la iglesia" [3]. Por medio de la presencia de Cristo en la acción del Espíritu Santo, Dios actúa continuamente en el mundo transformando a la humanidad y todo el cosmos.
El Concilio Vaticano Segundo entiende la iglesia como el "sacramento universal de salvación" [4], que por medio de la gracia de Dios tiene la doble tarea de trabajar por la realización de su propia unidad plena y de la unidad de la humanidad fragmentada. Por ello, el Concilio coloca a la iglesia en la perspectiva de su naturaleza escatológica, como pueblo peregrino en camino hacia la realización final del reino de Dios, cuando el género humano, junto con el universo entero, que está íntimamente unido con los seres humanos y alcanza su fin a través de ellos, sea perfectamente restablecido en Cristo [5].
El fundamento de la función de la iglesia en el mundo es teológico y cristológico. En el Antiguo Testamento, la intervención de Dios en la historia se percibe en el contexto del Dios creador y señor de todas las cosas (Isaías 40:21-26; 42:5ss). En el Antiguo Testamento, la realización de la justicia mesiánica (reino de Dios) estuvo siempre vinculada al restablecimiento del orden en todo el cosmos, la totalidad de la tierra habitada (oikoumene).
En el Nuevo Testamento, especialmente en San Pablo, se atribuye la soberanía a Cristo que es la cabeza de la iglesia (Efesios 1:18-20) y de todas las cosas (Efesios 1:22; Colosenses 1:15-18; 2:10). Cristo, en cuanto cabeza de los dos dominios, es el portador de una relación de alianza entre Dios y los seres humanos y entre Dios y la totalidad de la creación.
El tema de la Asamblea del CMI, Dios, en tu gracia, transforma el mundo, presupone la fe y la esperanza en Dios, que en Cristo y por la acción del Espíritu Santo, ha cumplido plenamente la promesa. El final de los tiempos ha comenzado ya, porque en Cristo se han echado los cimientos de la restauración de todas las cosas.
Nosotros no sólo oramos y esperamos que Dios transforme el mundo. Los cristianos hemos recibido los talentos y la sabiduría para cooperar en la acción de Dios de transformación del mundo. En otras palabras, los cristianos tenemos el deber y la responsabilidad de establecer un orden mundial de acuerdo con el don de Dios de la verdad y la gracia recibidas en Cristo Jesús nuestro Señor [6].
Escuchar la palabra de Dios de formas nuevas
La pregunta que hay que tener presente en relación con el tema es la siguiente: ¿Cuál es el designio de Dios en la creación, el misterio de la salvación y la encarnación, un designio que encuentra su culminación en el misterio pascual de Cristo, que es levantado en alto para atraer todas las cosas hacia sí (Juan 12:32 )?
El Concilio Vaticano Segundo resume la respuesta a esta pregunta con estas palabras: "La Iglesia, al prestar ayuda al mundo y al recibir del mundo múltiple ayuda, sólo pretende una cosa: el advenimiento del reino de Dios y la salvación de toda la humanidad. Todo el bien que el Pueblo de Dios puede dar a la familia humana al tiempo de su peregrinación en la tierra, deriva del hecho de que la Iglesia es "sacramento universal de salvación", que manifiesta y al mismo tiempo realiza el misterio del amor de Dios al hombre" [7].
Pero, en concreto, ¿cómo vive la iglesia su ministerio pastoral a la luz del designio salvífico de Dios?
El ministerio pastoral de Cristo, tal como se nos presenta en Lucas 4:16-30, es el modelo del ministerio pastoral de su iglesia. Lo mismo que Jesús es enviado por el Padre bajo la acción del Espíritu Santo "a anunciar la buena nueva a los pobres, proclamar la libertad a los cautivos, dar nueva vista a los ciegos, poner en libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del señor", así también la iglesia es enviada a hacer lo mismo, a fin de contribuir a la realización de la justicia mesiánica en situaciones concretas.
El tema de la Asamblea del CMI incita a todos los cristianos a escuchar la palabra de Dios de formas nuevas, para que puedan captar lo que la palabra significa en sus vidas hoy. Es más, se nos incita a abrir nuestros ojos para que veamos que los pobres experimentan la buena nueva, los cautivos quedan libres y los ciegos de todas clases pueden volver a ver.
Se nos incita a dar testimonio de la acción transformadora de Dios por medio del Espíritu Santo en medio de nosotros hoy, lo mismo que Jesús dijo a los discípulos de Juan: "Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la buena nueva" (Mateo 11:4-5).
Por consiguiente, el tema de la Asamblea es tanto una oración como la realización del reino de Dios en Cristo, mediante la instrumentalidad de la iglesia sostenida y guiada por el Espíritu Santo a lo largo de los siglos.
El Cardenal Walter Kasper, en cuanto presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, es el principal responsable ecuménico del Vaticano. Como teólogo ha escrito muchos artículos y varios libros, entre los que figura Que todos sean uno, el llamado a la unidad hoy (That they may all be one, the call to unity today, 2004). Fue miembro de la Comisión de Fe y Constitución del CMI entre 1975 y 1991.
Notas:
1 Cipriano, Efesios 69, 6, Hartel III, p. 754 (PL III, 1142 B).
2 Concilio Vaticano Segundo, Constitución Dogmática, Lumen Gentium, sobre la Iglesia, 48.
3 Ibid.
4 Lumen Gentium, 15.
5 Efesios 1:10; Colosenses 1:20; 2 Pedro 3:10-13.
6 Y. Congar, Jesucristo nuestro mediador nuestro Señor (Barcelona, Estela, 1966) sobre la realización del reinado de Cristo en el mundo; y Y. Congar, Sacerdoce et Laïcat devant leurs tâche d'évangélization et de civilization (Paris: Cerf 1962), p. 357 (en español: Sacerdocio y laicado; Barcelona: Estela, 1964).
7 Concilio Vaticano Segundo, Constitución Pastoral, Gaudium et Spes, sobre la iglesia en el mundo actual, 45.