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06.10.05

Consenso: un colorido adiós al gobierno de la mayoría

 


Ensayando procedimientos de consenso durante la reunión del Comité Central del CMI en febrero de 2005

Con tarjetas azules o naranjas en sus manos, los delegados a la IX Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), que se reunirá en Porto Alegre el próximo febrero, dirán adiós a las votaciones mayoritarias de estilo parlamentario. ¿Está el futuro del Consejo en las decisiones por consenso?

El CMI ha decidido tomar desde ahora sus decisiones por consenso, y las coloridas "tarjetas indicadoras" son uno de los métodos que se introducirán en la IX Asamblea, en la que los delegados decidirán la dirección de la vida y la labor del Consejo en los próximos ocho años.

¿Qué significa este cambio para la capacidad de acción del CMI? Los partidarios de la innovación esperan una renovación fundamental tanto del diálogo dentro de la comunidad de iglesias como del estilo de trabajo de la organización. Los críticos temen que las cuestiones controvertidas sean dejadas de lado, para no poner en peligro el consenso.

"Al contrario", dice Eden Grace, miembro del Comité Central del CMI perteneciente a la Sociedad Religiosa de los Amigos (Cuáqueros) en los Estados Unidos. "Yo espero que se escucharán más cuestiones controvertidas. Ya nadie tiene que temer quedar encerrado en una votación."

"El modelo de consenso consiste en un espíritu de escucha abierta", explica Grace, cuya comunidad tiene 300 años de experiencia con este modo de tomar decisiones. "No nos limitamos a acumular más mensajes a favor que en contra. Nos esforzamos por llegar a un pensamiento común, buscando el espíritu de Cristo." El consenso es más que un simple cambio de procedimientos. Es también la construcción de una cultura en la que quepan todos.

"Los debates de estilo parlamentario crean una atmósfera de 'pro o contra', en lugar de ayudar a escuchar y pensar cooperativamente", dice Anne Glynn-Mackoul, abogada y miembro del Comité Central en representación del Patriarcado Ortodoxo Griego de Antioquia y todo Oriente, Estados Unidos. "Antes, los ortodoxos hacían constar su opinión minoritaria mediante documentos." Esos documentos articulaban opiniones alternativas, pero los delegados ortodoxos sentían que no eran tenidas en cuenta.

Eden Grace y Anne Glynn-Mackoul fueron miembros de la Comisión Especial sobre Participación Ortodoxa en el CMI. Establecida por la VIII Asamblea del CMI en Harare (1998), esta comisión consideró las inquietudes de los ortodoxos sobre la dirección y las prioridades del Consejo y en 2002 formuló una serie de propuestas para hacer oír de manera más efectiva esa voz.

Una de sus recomendaciones fue la de abandonar el principio de las decisiones por mayoría a favor de un modelo de consenso. En febrero de 2005 el Comité Central del CMI aceptó por unanimidad esta propuesta.

¿Da el modelo de consenso un poder de veto a cada uno de los delegados a la Asamblea del CMI? "No", dice Grace, "todos tienen derecho a ser escuchados, pero nadie tiene derecho al obstruccionismo." Una mayoría del 85 por ciento de los delegados tendrá siempre la posibilidad de pedir una votación formal como último recurso. Solo se excluye la posibilidad de votaciones sobre cuestiones que pongan en duda el entendimiento que una iglesia miembro tiene de sí misma.

El consenso no se reduce a la unanimidad. Es posible decidir contra la opinión de una pequeña minoría, siempre que su punto de vista haya sido escuchado cabal y lealmente. Tal minoría tendrá después la posibilidad de mantenerse al margen de cualquier acción o programa derivados de aquella decisión. Es una manera de adaptar las reglas a la realidad. Todavía hoy hay programas del CMI en los que no participan algunas iglesias.

<b» El consenso requiere preparación y un cambio de actitud</b>

"Todos tendremos que aprender mucho", dice el pastor D'Arcy Wood, ex presidente de la Iglesia Unida en Australia, en la que el modelo de consenso se introdujo hace diez años. "No es una simple llave eléctrica que basta con encender", dice. "Requiere un cambio en las expectativas y en la manera de concebir la toma de decisiones."

Un manual sobre el procedimiento de consenso ayudará a los delegados a la Asamblea a familiarizarse con los nuevos métodos. Habrá además sesiones de formación para preparar a los moderadores y relatores de los comités antes de la Asamblea. Reuniones previas a la Asamblea como el encuentro de juventud ofrecerán oportunidades para conocer los métodos, y los delegados recibirán las necesarias instrucciones al principio de la misma.

El nuevo proceso de decisión por consenso será ante todo un desafío para los moderadores, tanto en lo que se refiere a la preparación cuidadosa de cada sesión como respecto a la agilización del orden del día y al empeño puesto en que se oigan las diversas voces.

¿Y qué pasará si un comité de la Asamblea o una sesión plenaria llega a una vía muerta? Las nuevas reglas ofrecen varias maneras de proceder en tales situaciones: la cuestión discutida puede ser aplazada o remitida a un grupo de trabajo más pequeño. Puede hacerse una pausa en la reunión para tomar aliento mediante un momento de silencio u oración. Puede dejarse constancia de los distintos puntos de vista. O bien los delegados pueden constatar que no es posible por el momento un consenso de opinión.

<b» Un lenguaje de colores</b>

La innovación más visible para los delegados a la Asamblea serán las llamadas "tarjetas indicadoras". El manual de consenso establece: cuando los delegados siguen una intervención con "simpatía hacia una idea o aceptación de la misma", pueden indicarlo al moderador mediante una tarjeta naranja. Una tarjeta azul revela "frialdad o desaprobación". Ambas tarjetas cruzadas frente al pecho cuando un orador está todavía en el uso de la palabra indican silenciosamente al moderador que los delegados no creen útil prolongar el debate.

Una primera evaluación de la toma de decisiones por consenso en el CMI no será posible hasta después de la Asamblea. Pero la experiencia australiana hace que D'Arcy Wood confíe en que el modelo de consenso será un éxito: "Nuestro modelo es más fluido y flexible. Más personas participan en la 'formulación' de las decisiones. Es así mucho más alto el nivel de satisfacción y de identificación personal con las decisiones. Más personas han intervenido activamente en el proceso."

Eso es exactamente lo que el CMI quiere conseguir en el proceso de toma de decisiones en la Asamblea de Porto Alegre y después de ella. Es de esperar que la diversidad de contribuciones no separe a las iglesias, sino que enriquezca la comunidad que forman en el Consejo y la vida de cada una de ellas.

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(*) Friedrich Degenhardt es teólogo y periodista, y trabaja como vicario especial de la Iglesia Evangélica Luterana del Norte del Elba (Alemania) en la oficina de prensa del Consejo Mundial de Iglesias en Ginebra.