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02.05.05

Desarmarse en cuerpo y alma: Iglesias brasileñas participan en campaña nacional de desarme

Por: Juan Michel


Destrucción de un arma
entregada en un puesto
de recepción en una iglesia

Quienes acuden a iglesias brasileñas estos días pueden liberarse no sólo del peso de sus pecados, sino también del de sus armas de fuego y de los riesgos que su tenencia implica.

En el Brasil, las armas de fuego en poder de civiles equivalen a casi diez veces las que están bajo control del Estado. Al mismo tiempo, el país es líder mundial en víctimas mortales causadas por ellas. No sorprende entonces que las iglesias brasileñas estén participando activamente en una campaña de desarme de la población civil.

Desde fines del año pasado, las iglesias están movilizando a sus comunidades locales para abrir puestos de recepción de armas en parroquias y otros centros comunitarios. En ellos, las armas que la población entrega son recibidas por cuenta de la Campaña de Recolección Voluntaria de Armas implementada por el gobierno.

Puesta en marcha el 15 de julio de 2004, esa campaña tiene por eje la recolección de armas sin preguntas "incómodas" acerca de su origen. Además, se paga una compensación de entre 100 y 300 reales (entre 40 y 120 dólares) por cada arma entregada. Con fecha de conclusión originalmente prevista el 23 de diciembre de 2005, la campaña se proponía recolectar 80 mil armas.

Sin embargo, en noviembre pasado su continuación durante 2005 fue solicitada por el Consejo Nacional de Iglesias Cristianas del Brasil (CONIC), que reúne a las iglesias Católica Romana, Evangélica de Confesión Luterana, Católica Ortodoxa Siria, Episcopal Anglicana, Cristiana Reformada, Metodista y Presbiteriana Unida.

La solicitud fue presentada al vicepresidente José Alencar Gomes da Silva durante la entrevista que éste mantuvo con el secretario general del Consejo Mundial de Iglesias, pastor Dr. Samuel Kobia, por entonces de visita en la capital brasileña.

"La población necesita tiempo para informarse y decidir", afirmó el CONIC en esa oportunidad. Y prometió que si la campaña era prolongada "cientos" de iglesias en todo el país podrían participar en ella. Además de la organización ecuménica otras entidades sociales sostenían la necesidad de un plazo más largo. Seis semanas después de recibir la solicitud del CONIC el gobierno extendió la campaña hasta el 23 de junio de 2005.

Las iglesias están ahora empeñadas en cumplir la promesa realizada. El CONIC está trabajando para que el número de puestos de recepción de armas en iglesias se acerque a 300 en todo el país. Para ello un equipo de facilitadores realiza talleres de capacitación en las principales ciudades.

Los puestos de recepción en iglesias funcionan los días sábados. Facilitan así la entrega de armas a quienes trabajan durante la semana. Además, alientan a quienes sienten recelo de acercarse a una agencia del Estado.

"Muchas personas de acercan con más confianza a una iglesia que a una sede policial", explica el pastor luterano Ervino Schmidt, secretario general del CONIC. Esto se debe en parte a la imagen que la población tiene de la policía y al hecho de que de cada diez armas entregadas nueve son ilegales.

El obispo católico Odilo Pedro Scherer, secretario general de la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil, estima que las iglesias podrían recolectar más de 100 mil armas. La meta oficial actual es de 400 mil armas. 


Caravanas y ayunos: todo vale

Según la investigación "Brasil: las armas y las víctimas", realizada por el Instituto de Estudios de la Religión de Río de Janeiro y la organización no gubernamental Viva Rio, hay en el país 15,5 millones de armas en poder de civiles. La cifra representa casi diez veces el número de armas en manos de agentes del Estado. De ellas, 8,7 millones son ilícitas: o están en poder de delincuentes o han sido comercializadas en el mercado informal y no están registradas.

La investigación determinó también que más de 38 mil personas murieron en 2002 a causa de heridas de armas de fuego. La cifra incluye a víctimas de homicidios, suicidios y accidentes, y ubica al país en el primer puesto del ránking mundial de muertes por esa causa. En los Estados Unidos hubo 30.242 muertes por armas de fuego en 2002.

Además de iglesias, también otras organizaciones, como la Orden de Abogados del Brasil, participan en la campaña de desarme. Caravanas, avisos en televisión y en medios de transporte público, folletos y carteles callejeros, líneas telefónicas gratuitas e incluso jornadas de ayuno -todo vale a la hora de difundirla.

Sus promotores trabajan para extenderla a áreas periféricas y al interior del país. Y para alcanzar a los jóvenes. "Sabemos de jóvenes de la periferia que quieren entregar sus armas pero tienen miedo, por eso debemos llegar a ellos", dice Valéria Velasco, coordinadora del Comité de Víctimas de la Violencia.

Para algunos críticos, la campaña desarma a los ciudadanos honestos y no afecta a los delincuentes. "Ese es un gran equívoco acerca del objetivo de la campaña", responde el sociólogo Antônio Rangel, de Viva Rio. Este consiste en "disminuir las muertes por homicidios entre familiares, suicidios de jóvenes y accidentes". Estos últimos son responsables por un tercio de las hospitalizaciones por heridas de arma de fuego.

Pero al retirar armas de la circulación, la campaña termina afectando a los delincuentes. Casi el 30 por ciento de las armas capturadas por la policía han sido robadas o compradas a personas de bien. 


Una cuestión espiritual

"Quien deja entrar un arma a su casa primero la ha dejado entrar a su alma", dice el padre Gabriele Cipriani. Sacerdote católico y secretario adjunto del CONIC, Cipriani sintetiza así la particular contribución que las iglesias brasileñas traen a la campaña. El desarme es un asunto espiritual.

"La entrega de un arma cerca de una iglesia es también ocasión para un acto religioso", afirma el obispo Scherer. Se trata de "un momento de liberación interior", una oportunidad "para manifestar delante de Dios el propósito de renunciar a la violencia".

No es sólo cuestión de reducir el número de armas, sino de construir una cultura de paz, agrega Schmidt. "Hay que desarmar sobre todo los espíritus." Una oración especial para el momento de la entrega del arma está a disposición del público.

Tanto en lo inmediato como en el más largo plazo, los objetivos de las iglesias reunidas en el CONIC son ambiciosos.

En lo inmediato, se proponen obtener una nueva prórroga del plazo para la entrega voluntaria de armas hasta el 23 de diciembre. Esperan aumentar así significativamente el impacto de la campaña.

También están intensificando sus esfuerzos de cara a un plebiscito que se espera tenga lugar el 2 de octubre. Dispuesto por ley nacional, en él debería votarse la propuesta de prohibir el comercio de armas de fuego en el país.

Con un enérgico lobby en el Congreso Nacional y en el Ministerio de Justicia las iglesias están tratando de contrarrestar maniobras que buscan evitar o postergar el plebiscito.

"Las iglesias cristianas han adoptado una posición activa y comprometida con la sociedad civil en la lucha contra la industria del armamento", explica el presidente del CONIC y obispo de la Iglesia Metodista Adriel de Souza Maia.

Para él, el ecumenismo necesita asumir las grandes causas de la humanidad. Por eso él ve un fuerte vínculo entre el tema de la novena asamblea del CMI que se realizará en Porto Alegre en febrero de 2006 y la campaña de desarme en la que están involucradas las mismas iglesias de las que partió la invitación a que la asamblea tuviera lugar en Brasil.

"Cuando oramos 'Dios, en tu gracia, transforma el mundo' -dice de Souza Maia- somos alentados a trabajar concretamente para superar el paradigma de violencia y muerte que las armas de fuego representan. El don de la vida que Dios nos hace en su gracia es el paradigma que nos mueve a la acción."
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(*) Juan Michel, encargado de prensa del CMI, es miembro de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata en Buenos Aires, Argentina.