CMI >  Home > Noticias & medios > Crónicas  
Impremir esta página printer friendly
14.10.05

La gracia de Dios - un nuevo comienzo en medio de las cicatrices de la historia

Por: Margot Kaessmann


La historia de la Frauenkirche de Dresde es un signo de la gracia de Dios que transforma el mundo.
© ARND WIEGMANN/Reuters


La nueva cúpula de la Iglesia de Nuestra Señora (Frauenkirche) en Dresde es una donación del pueblo británico.
© epd-bild / Steffen Giersch
Mas fotos

La reconstrucción de una iglesia destruida por el odio y la ideología humanas puede ser un signo de la gracia transformadora de Dios, dice la obispo Margot Kaessmann en el siguiente artículo, al reflexionar sobre el tema de la IX Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias: Dios, en tu gracia, transforma el mundo.

El 31 de octubre de 2005 fue oficialmente reabierta la Iglesia de Nuestra Señora (Frauenkirche) de Dresde. Para mí, como para muchos alemanes, este evento es un signo de la gracia de Dios.

Construida entre 1726 y 1743, la iglesia era un monumento del barroco luterano. Era también la mayor iglesia protestante de Alemania, y un símbolo de la ciudad que ha sido llamada "la Florencia del río Elba".

Poco antes del fin de la segunda guerra mundial, la noche del 13 de febrero de 1945, Dresde fue destruida por las bombas de la Real Fuerza Aérea británica. Una enorme tormenta de fuego demolió casi por completo la ciudad; ni siquiera el río ofreció protección. Murieron más de 40 mil personas, entre ellas mujeres, niños, heridos y refugiados.

La cúpula de la Frauenkirche resistió al bombardeo, pero la estructura de piedra arenisca no pudo soportar una temperatura de más de mil grados, y se derrumbó dos días después. Pero también ocurrió un milagro. Unas 300 personas, sobre todo mujeres y niños, que habían buscado refugio en la iglesia y permanecieron en ella hasta la mañana del 14 de febrero, sobrevivieron!

Durante la República Democrática Alemana, las ruinas de la iglesia fueron un mudo recordatorio de la culpa alemana, y una llamada a trabajar por la paz y a resistir la guerra. Recuerdo vivamente una vigilia por la paz organizada en el contexto del proceso conciliar del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) por la justicia, la paz y la integridad de la creación. Ya se podía sentir que los tiempos estaban cambiando, y el movimiento ecuménico animaba a muchos en las iglesias a manifestarse por la paz y la justicia.

La ruina de la iglesia fue así uno de los lugares donde se oyó claramente el grito por libertad y democracia. El grito "no violencia" salió de las iglesias a las calles de Dresde y Leipzig y Berlín oriental. La reunificación no violenta de Alemania en 1989 fue su consecuencia.

En 1992, la ciudad de Dresde decidió reconstruir la Frauenkirche. Muchos pensaron que era un error, que las ruinas debían continuar recordando las cicatrices y la culpa. Pero muchos más en todo el mundo contribuyeron dinero para la restauración. Y ésta se llevó a cabo más rápido de lo que cualquiera hubiera imaginado.

El 22 de junio de 2004 una nueva cruz, regalo del pueblo británico, fue levantada sobre la cúpula de la iglesia. Todavía pueden verse viejas piedras en el nuevo edificio: cicatrices de la historia, cicatrices de la vida. Y la gente de la supuestamente secularizada Alemania oriental acude a descubrir esta iglesia.

La gracia: un signo de la visión de Dios para este mundo

Para mí, la historia de la Frauenkirche de Dresde es un signo de reconciliación, un signo de la gracia de Dios que transforma el mundo, sobre la cual el tema de la próxima Asamblea del CMI nos invita a reflexionar. El viejo edificio es de nuevo orgullosamente visible, pero también son claramente visibles las cicatrices que han dejado la ideología y el odio.

Creo que con la vida humana ocurre lo mismo. Nos equivocamos, nos descarriamos, pero Dios nos hace posible comenzar de nuevo. E incluso cuando la vida es destruida, cuando no vemos futuro alguno, sino solo luchas y miseria, Dios salvará nuestras vidas como salvó a los refugiados en la iglesia. Esa es la gracia, para los que viven y para los que mueren, porque la gracia no se agota dentro de los confines de la vida tal como la conocemos.

La gracia de Dios hace también posible la reconciliación. Fue un momento especial cuando la cruz venida de Gran Bretaña fue colocada en lo alto de la iglesia. La Iglesia de Sajonia entregó una de las pocas reproducciones a escala de esa cruz a nuestra Iglesia de Hanover como recordatorio de que, durante los años de la Alemania dividida por el muro, nuestras dos iglesias permanecieron en estrecha hermandad.

Para mí, la gracia de Dios enseña humildad y respeto hacia las generaciones de creyentes que nos precedieron. Cuando visité la Frauenkirche hace cuatro años, pude admirar la enorme inventiva de nuestros padres y madres en la fe, mucho antes de las innovaciones de la tecnología.

La gracia es pues fuente de vida, de reconciliación, de esperanza, de paz y justicia. Y es una señal de la visión de Dios para este mundo; una señal perceptible a veces incluso para los que no creen.

Cuando veo las largas colas de turistas esperando para visitar la Frauenkirche, pienso: ¡En verdad la palabra de Dios transforma el mundo y se abre paso hasta el corazón de las personas de muchas maneras!

A veces puede ser una iglesia construida y destruida, y reconstruida de nuevo...

[847 palabras]

(*) La Dra. Margot Kaessmann, obispo de la Iglesia Evangélica Luterana de Hanover, es la primera mujer obispo de su iglesia y la segunda de tres mujeres obispos en Alemania. Miembro del Comité Central del CMI de 1983 a 2002, es delegada por la Iglesia Evangélica en Alemania a la IX Asamblea del CMI. Entre otros libros, ha escrito Superar la violencia: un desafío a la iglesia en todas partes (Ginebra, 2001), y Ecumenismo en la encrucijada (Hannover, 2003).